Utilizando una nueva técnica con un espectrógrafo de infrarrojo cercano conectado al Very Large Telescope de ESO, los astrónomos han podido estudiar discos formadores de planetas alrededor de estrellas jóvenes parecidas al Sol con detalles inigualables, revelando claramente el movimiento y la distribución del gas en las partes internas. del disco Los astrónomos utilizaron una técnica conocida como "imagen espectrofotométrica" para darles una ventana a las regiones internas de los discos donde se pueden estar formando planetas similares a la Tierra. No solo pudieron medir distancias tan pequeñas como una décima parte de la distancia Tierra-Sol, sino que también midieron la velocidad del gas al mismo tiempo. "Esto es como retroceder 4.600 millones de años en el tiempo para observar cómo se formaron los planetas de nuestro propio Sistema Solar", dice Klaus Pontoppidan de Caltech, quien dirigió la investigación.
Pontoppidan y sus colegas analizaron tres análogos jóvenes de nuestro Sol, cada uno de los cuales está rodeado por un disco de gas y polvo del que podrían formarse planetas. Estos tres discos tienen solo unos pocos millones de años y se sabía que tenían huecos o agujeros en ellos, lo que indica las regiones donde se ha despejado el polvo y la posible presencia de planetas jóvenes. Sin embargo, cada uno de los discos es muy diferente entre sí y probablemente dará como resultado sistemas planetarios muy diferentes. "A la naturaleza ciertamente no le gusta repetirse", dijo Pontoppidan.
Para una de las estrellas, SR 21, un planeta gigante masivo que orbita a menos de 3.5 veces la distancia entre la Tierra y el Sol ha creado una brecha en el disco, mientras que para la segunda estrella, HD 135344B, un posible planeta podría estar orbitando a 10 a 20 veces la distancia Tierra-Sol. Las observaciones del disco que rodea la tercera estrella, TW Hydrae, pueden indicar la presencia de uno o dos planetas.
Los nuevos resultados no solo confirman que hay gas presente en los huecos del polvo, sino que también permiten a los astrónomos medir cómo se distribuye el gas en el disco y cómo está orientado el disco. En las regiones donde el polvo parece haberse limpiado, el gas molecular sigue siendo muy abundante. Esto puede significar que el polvo se ha agrupado para formar embriones planetarios, o que un planeta ya se ha formado y está en proceso de limpiar el gas en el disco.
CRIRES, el espectrógrafo de infrarrojo cercano conectado al Very Large Telescope de ESO, se alimenta desde el telescopio a través de un módulo de óptica adaptativa que corrige el efecto borroso de la atmósfera y permite tener una hendidura muy estrecha con una alta dispersión espectral: el ancho de la hendidura es de 0.2 segundos de arco y la resolución espectral es de 100 000. Usando espectro-astrometría, se logra una resolución espacial final mejor que 1 milisegundo de arco.
"La configuración particular del instrumento y el uso de óptica adaptativa permiten a los astrónomos realizar observaciones con esta técnica de una manera muy fácil de usar: como consecuencia, ahora se puede realizar de forma rutinaria la imagen espectrostrométrica con CRIRES", dice un miembro del equipo Alain Smette, de ESO.
Fuente: Comunicado de prensa de ESO