Descubrimiento: por qué los remolinos extraños y calcáreos cubren el Océano Austral

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Contempla el Gran Cinturón de Calcita, que rodea el Océano Austral, el codiciador del 16 por ciento de todos los mares mundiales, y la brillante floración de fitoplancton microscópico tan grande que se ve mejor desde el espacio.

Los organismos llamados coccolitóforos, pequeños fotosintéticos unicelulares que no son ni plantas ni bacterias, dominan esos enjambres microscópicos, descubrieron los investigadores recientemente.

Un equipo de científicos realizó dos cruceros, cada uno de un mes de duración, a través del gran cinturón en los veranos del hemisferio sur de 2011 y 2012. Los investigadores fueron allí para estudiar la química del océano que da lugar a una floración anual de algas, así como los enjambres de algas que lo componen, informando sus resultados el 7 de noviembre en la revista Biogeosciences.

Los cocolitóforos cubren sus cuerpos en placas de tiza (carbonato de calcio) a medida que crecen. Cuando se concentran juntos en el océano, esa tiza refleja la luz hacia el cielo, dándole al agua un color azul lechoso. El resultado, cuando se ve desde arriba, parece que el Dr. Seuss se topó con Vincent Van Gogh, dejando atrás un extraño elenco de remolinos iridiscentes azul verdosos en el mar.

Los altos niveles de hierro disuelto en el cinturón, así como las temperaturas favorables y los niveles de dióxido de carbono, crean las condiciones ideales para que los coccolitóforos desarrollen sus cuerpos chapados.

También fueron favorables, informaron los autores, los bajos niveles de sílice en el área. Los cocolitóforos compiten por los recursos con otra forma de fitoplancton, conocida como diatomeas, que necesitan sílice para construir sus exoesqueletos vidriosos. Los bajos niveles de sílice en el cinturón mantuvieron presionada a la población de diatomeas, permitiendo que florecieran los cocolitóforos.

Los investigadores también cuestionaron el modelo sencillo y directo del papel del cinturón en el ciclo global del carbono. Los cocolitóforos atraen carbono hacia el océano cuando construyen sus conchas, pero también liberan dióxido de carbono en el proceso. Esta investigación sobre la presencia de coccolitóforos en el cinturón, explicaron los científicos, ayudará a refinar aún más los modelos del ciclo global del carbono.

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