Pingüinos africanos (Spheniscus demersus) llevan el desafortunado apodo de "pingüinos burros" porque se comunican a través de bocinazos, como burros. Ríete de ellos si lo deseas, pero un nuevo estudio sugiere que su lenguaje idiota en realidad sigue las mismas reglas lingüísticas básicas que la nuestra.
En el estudio, publicado el miércoles (5 de febrero) en la revista Biology Letters, los investigadores registraron casi 600 vocalizaciones de 28 pingüinos machos adultos que viven en zoológicos italianos. (Los machos tienden a vocalizar mucho durante el período de apareamiento, razón por la cual los investigadores recurrieron a esta población). Los científicos sabían por investigaciones anteriores que los pingüinos africanos tocan la bocina usando tres tipos distintos de sonido, que recuerdan a las sílabas humanas, cuando se saludan, se aparean o defienden el territorio. Pero los investigadores querían saber si esas "sílabas" seguían dos reglas lingüísticas comunes.
Una de esas reglas, llamada la ley de brevedad de Zipf, fue propuesta en 1945 por el lingüista George Zipf. La ley establece que cuanto más frecuentemente se usa una palabra en cualquier idioma, más corta tiende a ser (piense en palabras como "the", "to" y "of" en inglés). Estudios anteriores han analizado más de 1,000 idiomas del mundo en busca de evidencia de la ley de Zipf, y la regla se mantiene en todos ellos.
La otra regla, conocida como la ley de Menzerath-Altmann, dice que cuanto más larga es una palabra o frase, más cortas son sus sílabas constituyentes, mientras que las palabras más cortas tienen más probabilidades de tener sílabas más largas. (La palabra "onomatopeya", por ejemplo, está hecha de seis sílabas muy cortas, mientras que "diván" está hecha de una más larga.) Estudios anteriores han demostrado que los primates no humanos se ajustan a estas dos reglas cuando se comunican entre sí, pero ¿Qué pasa con los pingüinos tontos?
Los investigadores en el nuevo estudio encontraron que, sí, las canciones del pingüino jackass macho se ajustan a las leyes de Zipf y Menzerath-Altmann: las llamadas más cortas tienden a ser las más comunes, y las frases más largas se componen de las sílabas más cortas. Este estudio de imbéciles proporcionó la primera evidencia no primitiva de que estos patrones lingüísticos comunes se extienden al reino animal, escribieron los autores, y eso no es nada que criticar.